quarta-feira, 14 de maio de 2008

¡Permaneced en Cristo!

“Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida”

1 Jn 2.28

Permanecer en Dios y en Jesucristo es algo que está reservado para los “queridos hijos”. Es un status y experiencia derivada de la relación paterna con la que Dios nos recibe y nos trata. Los hijos están con el Padre y el Padre se hace presente de forma permanente en la vida de sus hijos. Permanecer es una posición heredada como hijos recibidos por Dios.

Pero a la vez, la permanencia con Dios también nos proyecta con confianza hacia el futuro. El futuro llegará cuando Cristo “se manifieste” en su segunda venida. Este será el futuro en que todos los seres humanos se presentarán ante Dios y su tribunal. Tiene que ver con el destino eterno de todos nosotros. Para los hijos, los que creen genuinamente en Jesucristo y su obra de salvación, en ese juicio no habrá vergüenza ni condenas, sino que los hijos podrán acercarse al supremo Juez confiadamente, puesto que su abogado es el propio Jesús, que ha dado su sangre en la cruz para pagar la deuda de estos hijos.

Así, permanecer en él es una consecuencia de la salvación eterna que nos está garantizada ya por Cristo ante Dios. Permanecer, estar y vivir día a día con Cristo es un anticipo de la plenitud de vida que nos aguarda en la venida de Cristo. Es una manifestación de gratitud por la vida que hemos recibido y por la adopción como hijos de Dios. Por eso, vivimos hoy seguros de que en la segunda venida de Cristo nos presentaremos confiadamente ante Dios y esta expectativa futura hace con que nuestra vida cristiana cobre sentido hoy día y nos ayuda a entender la importancia y las dimensiones de nuestra misión en el mundo.

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