quinta-feira, 24 de abril de 2008

Permanecer en Dios y en su Palabra

“Permanezca entre vosotros lo que habéis oído desde el principio, y así permaneceréis también en el Hijo y en el Padre. Ésta es la promesa que él nos dio: la vida eterna”

1 Jn 2.24-25

Otra importante recomendación que el apóstol Juan da a sus lectores, y a todos nosotros hoy, tiene que ver con nuestra permanencia en lo que hemos recibido y oído de los apóstoles desde el principio para que podamos permanecer en Dios. Permanecer en la enseñaza de los apóstoles (la Biblia Sagrada) y permanecer en Dios y en su Hijo son experiencias interdependientes que nos conducen a vivir la suprema promesa de Dios: la promesa de la vida eterna.

Así, la vida eterna es una dádiva de Dios que puede ser comprendida y vivida por el concepto de “permanencia”. Al permanecer en la Palabra y en las enseñanzas de los apóstoles Dios nos descortina paso a paso su propia vida y voluntad. Leer e estudiar la Biblia, por tanto, cobran sentido a medida que absorbemos su vida y voluntad en nuestra propia vida. De esa forma, permanecer en la palabra de los apóstoles nos lleva a permanecer y vivir con Dios y Jesucristo. Así podemos desfrutar de los beneficios de la vida eterna en nosotros mismos.

Eso nos muestra la importancia que hay en acercarnos día a día a Dios y a su palabra, no para obtener a través de nuestro esfuerzo en ese acercamiento la vida eterna, sino que para confirmar en nosotros la vida eterna dada por Dios. Permanecer en la enseñanza de los apóstoles y en Dios es parte, por tanto, de la misma vida eterna.

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