quinta-feira, 3 de julho de 2008

Perdón: uma Realidad Definitiva en Cristo

“Pero vosotros sabéis que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.

1 Jn 3.5

En el verso anterior el apóstol afirma que el pecado es la transgresión de la ley de Dios que, en resumen, se entiende por el hecho de uno no creer en la persona y obra de Cristo. Ahora, en la secuencia del anterior, Juan nos presenta la nueva realidad traída por Cristo: la del perdón definitivo.

Este hecho de Cristo en primer lugar debe ser visto en contraste con la transgresión de la ley que genera la increencia y la muerte. Por eso empieza con un “pero”, para que podamos situarnos de forma correcta ante el tema del pecado. El “pero” indica dos situaciones: la del pecado y la de perdón, la de increencia y la fe, la de muerte y la de vida. Juan insiste en que los que creen en Cristo ya han pasado de la transgresión al perdón.

Además de eso, el tema de la transgresión y perdón, según el apóstol, ya es plenamente comprendido por cada uno de nosotros. Así afirma que nosotros “sabemos” que Jesús se manifestó para perdonar. La espiritualidad cristiana está basada en lo que sabemos y creemos, o sea, en la fe. Estamos concientemente seguros de la acción de Cristo en nuestro favor y este conocimiento aceptado por la fe es la base de nuestra vida.

Pero ¿Qué es lo que sabemos? Sabemos dos cosas muy significativas y la respuesta nos viene del mismo apóstol: a) sabemos que Cristo se manifestó para quitar nuestros pecados; b) sabemos que Cristo no tiene pecado alguno. El primer conocimiento de fe tiene que ver con la recepción del perdón y de la vida, él quita nuestros pecados, él nos perdona definitivamente. El segundo conocimiento de fe tiene que ver con el fundamento del perdón, o sea, con la persona misma de Jesucristo, él no tiene ningún pecado. De eso implicamos que además de perdonarnos, Cristo nos garantiza con su propia vida y persona sin pecado que el perdón y la vida nos son definitivos e irrevocables.

Eso nos da la seguridad y tranquilidad necesarias para vivir la fe, la espiritualidad y la misión cristina. Así, ¡sigamos firmes el camino del Señor!

Nenhum comentário: