“Vosotros, queridos hijos, sois de Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, porque el que está en vosotros es más poderoso que el que está en el mundo”
1 Jn 4.4
Al comentar los versos 2-3 hemos afirmado que la principal diferencia entre los falsos y los verdaderos profetas es lo que ambos piensan y enseñan sobre Jesucristo. Ahora, siguiendo todavía este tema, el apóstol define a sus lectores como personas que pertenecen a Dios. “Sois de Dios” tiene un peso muy importante para el apóstol y por supuesto para nosotros también.
Considerarse uno de Dios es nos trae la seguridad de vivir bajo los cuidados, las bendiciones e incluso la disciplina de Dios. Pero además de eso, el apóstol es muy específico al enseñarnos que los que pertenecen a Dios también se distinguen por haber vencido a los falsos profetas. No basta con que estemos bajo la mano de Dios, es importante que en esta posición actuemos a favor del verdadero mensaje acerca de la persona y obra de Jesús. Los que creemos en Cristo somos también guardianes de la palabra de Cristo.
Solo podemos ejercer esta misión con sabiduría y victoria porque el Espíritu de Dios (4.2) que habita en nosotros es más poderoso que el espíritu del engaño que habita en el mundo. Así podemos vencer a las falsas enseñanzas sobre Jesús y establecer paso a paso la verdadera doctrina de Cristo, empezando por nuestra propia vida y desde nosotros llegando a los demás.
En ese sentido, pertenecer a Dios es caminar por las sendas de su palabra: leerla siempre, estudiarla con humildad y seriedad, llevarla al seno de nuestras familias, buscar sus implicaciones para cada decisión y paso que demos. Conocer y vivir la palabra de Dios es el centro de la vida y de la misión cristiana.
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