quarta-feira, 12 de março de 2008

Falsos Cristos: Una Realidad Escatológica

“Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros”

1 Jn 2.19

Como hemos visto en el verso 18, no debemos temer la presencia de los anticristos, puesto que confirma que es la hora final. Pero el tema de los anticristos sigue a lo largo del texto y ahora el apóstol lo trata desde otra perspectiva: los anticristos salieron de entre nosotros. Eso significa que, en dados momentos, a lo largo de la historia, los anticristos surgen en nuestro medio y nos dejan. Claro está que su pasaje por la iglesia cristiana siempre es motivo de dificultades, falsas enseñanzas y confusión.

El apóstol Pablo también tenía muy clara la presencia de los anticristos entre nosotros. A Timoteo lo instruye: “el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas. Tales enseñanzas provienen de embusteros hipócritas, que tienen la conciencia encallecida” (1 Tm 4.1-2). El propio Jesucristo previno a sus discípulos: “tened cuidado, que nadie os engañe… Vendrán muchos que, usando mi nombre, dirán: ‘Yo soy el Cristo’, y engañarán a muchos” (Mt 24.4-5).

Falsos maestros y otros que viven un cristianismo comprometido con la falsedad de la fe y con el pecado es una práctica que hoy día sigue amenazando el cristianismo y la fe de los creyentes. Pero la entrada y la salida de los anticristos sirven para fortalecer la fe y comprobar que no son de los nuestros. Eso tiene una gran importancia escatológica, su presencia por toda la historia es una de las señales de que vivimos, desde la resurrección de Cristo hasta su futura segunda venida, los “últimos días”.

La realidad de los falsos cristos, o anticristos, debe llevarnos a una búsqueda seria y permanente de la verdadera enseñanza bíblica para que nuestra fe crezca y se solidifique, para que nuestra relación con Dios se renueve cada mañana, para que el evangelio de Jesús llegue transformadoramente a otras persona que, igual que nosotros mismos, necesitan conocer y recibir la gracia de Dios.

Una vez más vemos como la escatología asume una dimensión importante como fundamento para nuestra vida, fe y misión hoy.

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