“No os contentéis sólo con escuchar la palabra, pues así os engañáis vosotros mismos. Llevadla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla”
St 1.22-25
Es muy importante la forma como Santiago termina el verso 21, exhortándonos a que nos despojemos de todo el pecado que llevamos en nosotros para que podamos acoger debidamente en nuestras vidas la palabra que recibimos de Dios. En los versos que tenemos ahora, él sigue tratando de la importancia de recibir adecuadamente la palabra de Dios. Según Santiago hay dos formas en que los cristianos pueden relacionarse con la palabra de Dios.
La primera es el que la escucha pero no la pone en práctica. Esa parece ser muy común… Hay muchos que conocen muy bien y hasta de memoria los textos bíblicos. Son capaces de declamar largos pasajes de la Biblia con emoción y de manera convincente. Pero cuando uno se resbala en vivir de forma práctica los principios y las enseñanzas de la palabra de Dios, todo el conocimiento teórico que tiene ya le sirve de muy poco ante Dios, puesto que en verdad sigue comprometido de cuerpo y alma con la “inmundicia y la maldad que tanto abunda” (1.21). La manera que Santiago ilustra esa situación es con el ejemplo de los espejos que habían en sus días. Espejos de cobre pulido que poco reflejaban la imagen de la cara y que, por eso, era muy fácil olvidarse de cómo uno llevaba el pelo. Oír y saber de memoria sin practicarse la palabra no produce la necesaria vida transformada por la voluntad de Dios.
La segunda forma en que los cristianos pueden relacionarse con la palabra de Dios es la que nos recomienda Santiago: escucharla y practicar sus enseñanzas. Pero Santiago nos enseña algunas cosas importantes sobre eso que quisiera comentar. Empieza diciendo “no os conforméis sólo con…” (1.22). La no conformación es una característica del buen buscador de Dios, puesto que esta actitud lo lleva a ir más allá de meramente oír la palabra y lo conduce a la práctica. En ese sentido, el que busca a Dios debe hacer coincidir en su vida el conocimiento de la palabra de Dios con la vivencia práctica de sus principios de vida.
Santiago también se refiere a esa postura espiritual con la expresión “quien se fija atentamente” (1.25). El fijarse atentamente tiene un objetivo muy claro aquí; se refiere a que debemos fijarnos atentamente en algunas dimensiones de la palabra de Dios que difícilmente las percibimos cuando sólo escuchamos sin practicarla. Se trata específicamente en que debemos fijarnos atentamente en la “ley perfecta que da libertad”. Relacionarnos con las enseñanzas de la Biblia desde la perspectiva de su perfección que nos proporciona la libertad del pecado y aún más, perseverando en los principios de sus palabras, nos llevará a recibir las bendiciones prometidas y cabalmente garantizadas por Dios.
Así siendo, todos nosotros nos deparamos con el gran desafío de conocer profundamente el texto bíblico y a la vez de buscar de forma práctica sus implicaciones y compromisos para cada dimensión de nuestras vidas. ¡Vivamos por y para la palabra de Dios!
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