quinta-feira, 7 de maio de 2009

¡Sigamos Amandonos los Unos a los Oltros!

“Así, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios”

1 Jn 5.2

Decimos que amamos a nuestros hermanos y muchas veces los amamos de verdad. Intentamos convivir de forma pacifica, dejamos de decir todo lo que nos viene a la cabeza, hacemos lo que está en nuestras manos para que los demás se sientan bien y queridos y buscamos maneras de expresar lo que sentimos.

Sin embargo, es muy común que nos frustremos en los intentos de amar a los hermanos. Es frecuente que nos dañe la forma como se interpreta lo que uno hace o dice. Los prejuicios personales, las exigencias a que los demás se configuren a mi imagen, las lenguas afiladas, el egoísmo y el “yo primero” siempre parecen tener la última palabra en los otros y en mí. A veces nos sentimos tan mal que nos preguntamos se vale la pena esforzarnos por amar y por expresar el amor.

Tras el apóstol Juan tratar tanto del tema del amor (capítulos 3 y 4) parece increíble que una vez más mencione la importancia de amar a los hermanos, puesto que como nosotros son también hijos de Dios. Pero si el apóstol insiste tanto en el tema por algo importante será. ¡Y de hecho lo es! La cuestión es que todavía vivimos el amor entre nosotros como personas imperfectas y pecadoras. Aprendemos a amar a los hermanos a medida en que caminamos juntos y en que nos perdonamos mutuamente.

Según Juan sabemos que amamos a los hijos de Dios, nuestros hermanos, “cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos”. Los mandamientos e la ley de Dios se resumen en una sola cosa: “este mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros” (Jn 13.34).

Amar no es una alternativa entre muchas, sino que la expresión del amor redentor de Cristo por nosotros. Cristo ha sufrido por amor a nosotros, a dado su vida por nos amar… ¡No hay expresión más grande de amor que esa! Amar no es fácil y muchas veces nos hace sufrir también, pero es el camino de la gracia y de la gratitud a Dios. ¡Sigamos amándonos unos a otros!

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