“Si a alguno de vosotros le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”
St 1.5
En los versos anteriores Santiago nos enseña la importancia de las pruebas para que nuestra fe crezca en constancia para que seamos maduros e íntegros ante Dios y los hombres. Ahora, en consecuencia a eso, se preocupa en mostrarnos que hace falta sabiduría para que podamos comprender de forma adecuada (por el prisma de Dios) la importancia de las probaciones.
Sin la sabiduría dada por Dios nos será siempre imposible entender el objetivo de las pruebas como parte de la voluntad y de la acción de Dios en nuestro favor. Ver las probaciones como una dimensión de la gracia de Dios y del proceso redentor de Cristo en nuestras vidas es completamente imposible si no las vemos por los ojos del propio Dios.
Por eso, Santiago nos exhorta a que pidámosle a Dios su sabiduría, puesto que está siempre disponible a atendernos cuanto a eso, independiente de quienes somos. Dios no hace ninguna acepción de personas, la sabiduría de Dios está a disposición de todos nosotros y como un paso de fe es necesario que aprendamos a pedírsela a Dios constantemente.
Pero debemos tener claro que esta sabiduría tiene como propósito llevarnos a comprender la acción graciosa de Dios sobre nuestra vida y fe por intermedio de las distintas probaciones que enfrentamos a lo largo de la vida. La sabiduría de Dios, por tanto, es fundamental para que vivamos una vida cristiana creciente y madura.
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