“Hacéis muy bien si de veras cumplís la ley suprema de la Escritura: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’; pero si mostráis algún favoritismo, pecáis y sois culpables, pues la misma ley os acusa de ser transgresores”
St 2.8-9
Desde el inicio de este capítulo, Santiago menciona el tema del favoritismo para con unos y el menosprecio para con otros, como actitudes que manifiestan el pecado humano tanto en nuestros corazones como en nuestras relaciones. Él todavía sigue tratando del mismo tema en el texto de hoy.
Ahora, nos enseña que en nuestra permanente lucha contra el pecado del favoritismo es necesario comprender que la palabra de Dios es la ley suprema para todos los que siguen el camino de Cristo y que la debemos cumplir. En ese sentido, nuestro acercamiento a la palabra de Dios (la Escritura Sagrada) se basa tanto en que reconocemos que por su intermedio Dios nos habla y nos guía con seguridad por las sendas de su Reino. Seguir las enseñanzas y los principios de la Biblia, por tanto, es recibir la propia gracia de Dios sobre nuestra vida y caminar.
Por eso, cuando luchamos contra la discriminación contra el otro (sea quien fuera) que lo llevamos dentro, la Escritura debe sonar muy alto en nuestras mentes y conciencias: “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Al escribir estas palabras seguramente Santiago se acordaría de lo que había aprendido de su hermano y Señor: “este mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. Así como yo os he amado, también vosotros debéis amaros unos a otros. De este modo todos sabrán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Jn 13.34-35).
No queremos ser considerados por Dios como transgresores. No queremos que nuestras actitudes y decisiones se basen en ninguna forma de discriminación. Lo que de hecho queremos es que por medio de nuestras palabras y actitudes otras personas reconozcan en Cristo su único y suficiente salvador. Para eso, es preciso que el amor mutuo y el amor hacia a todos los demás seres humanos definan nuestra vida. ¡Sigamos unidos y en amor el camino de Cristo!
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